7 novembre 2005
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| CONTRADICCIONES Y PERVERSIONES DEL MODELO ECONOMICO (29 de Octubre de 2005 09:37:15) |
| El modelo económico instaurado en Colombia desde hace años y profundizado por el gobierno actual, constituye uno de los puntos esenciales sobre el cual gira nuestra mayor discrepancia con la política del Presidente Uribe. Mientras sectores como el financiero crecen desproporcionadamente, el desempleo cede de manera irrisoria y los salarios no aumentan. El capital en el mundo de hoy asume una actitud cada vez más arrogante que marca las directrices de un modelo que es necesario cambiar. |
| Hemos formulado muchas críticas al gobierno del Presidente Uribe, la mayoría de ellas dirigidas a crear conciencia sobre su forma muy particular de manipular a la opinión pública y de generar una sociedad anestesiada, sumida en la pobreza, pero aparentemente conforme con su gobernante. Existe, sin embargo, un cuestionamiento fundamental sobre el cual gira la principal discrepancia con el gobierno actual que debe dirigirse a los que lo precedieron y especialmente aquellos que han llegado al poder desde la década de los 90. Se trata del modelo económico instaurado desde aquellos años, llevado a sus extremos por el Presidente Uribe. En las últimas semanas los medios han informado acerca del incremento del índice de crecimiento en el país. Una buena noticia, podríamos decir, pero infortunadamente sólo para unos pocos que se benefician del manejo especulativo del dinero. En la década de los 90`s, la de la apertura, asistimos a una crisis en el sistema económico que afectó a todos los sectores de la economía y tuvo una incidencia particular en el desempleo. En esa ocasión se diseñaron sistemas de emergencia para proteger al sector financiero y evitar una supuesta agravación de la crisis. Este sector no colapsó y se recuperó a tal punto que hoy constituye uno de los sectores con más utilidades en nuestra economía, las cuales alcanzarán la suma de 3 billones de pesos este año (Portafolio, 27 de octubre de 2005). Sin embargo, la pobreza y la miseria en el país se han agravado sustancialmente y el desempleo ha descendido más por artificios estadísticos que por otra cosa. Además, el logro aparentemente alcanzado en esta materia es irrisorio si se compara con el crecimiento de las ganancias del sector financiero. Mientras el desempleo cede uno o dos puntos, paradójicamente, el sector financiero crece a una tasa del 10 por ciento. Eduardo Sarmiento en uno de sus artículos publicados en El Espectador escribe a propósito de los últimos datos sobre el crecimiento económico: “La mayor actividad productiva se origina en la construcción, el comercio y la intermediación financiera, que avanzan a tasas cercanas o superiores al 10% y se caracterizan por su baja productividad. Los sectores de alta productividad, como la industria, la agricultura, la minería y la electricidad, no contribuyen ni en un punto al crecimiento económico (…) Lo cierto es que este perfil de crecimiento no es sostenible. Tarde o temprano, los sectores de alto crecimiento se desinflan y los de alta productividad entran en crisis, precipitando descalabros cambiarios y financieros”. Si entramos en una nueva crisis, el modelo actual reaccionará nuevamente a favor de los sectores más favorecidos. ¿Vale la pena sostener un modelo que reacciona para proteger los intereses de algunos pocos (los más favorecidos) pero no lo hace para garantizar los derechos mínimos de subsistencia de la mayoría? Esta situación se retroalimenta en el ámbito global de la economía, dentro del cual, tal como lo señala Ralf Dahrendorf en un libro denominado “En busca de un nuevo orden”, el capital asume una posición cada vez más arrogante frente a los derechos de los ciudadanos haciendo uso de su poder para sobreexplotar el trabajo humano. Kenneth Rogoff, execonomista jefe del Fondo Monetario Internacional y profesor de la Universidad de Harvard señala en un artículo publicado por el diario EL TIEMPO que “…Las corporaciones (multinacionales) representan el capital, y el capital –en forma de fábricas, equipos, máquinas, dinero- ha sido el primer beneficiario de la globalización. La porción que recibe el capital ha estado en aumento por más de 20 años y la tendencia sigue. Al mismo tiempo, los salarios de los trabajadores en países ricos, ajustados por inflación, no han variado en las últimas dos décadas.” Ello implica que, tal como sucede en Colombia, mientras algunos propietarios del capital ven crecer de manera exorbitante sus utilidades, los trabajadores padecen el deterioro evidente y progresivo de sus ingresos. Rogoff, nacido y educado en la cuna del neoliberalismo, sostiene también que las exageradas ganancias de las multinacionales son una bomba de tiempo social. ¿Será necesario esperar a que aquella bomba explote para que nos podamos dar cuenta de la necesidad de realizar un cambio radical en la política económica que se oriente a proteger y fortalecer el mercado interno, por una parte, y a incentivar prioritariamente los sectores de alta productividad?. La respuesta del Presidente Álvaro Uribe ya la conocemos. La opinión pública tendrá la posibilidad de avalarla o de optar por una opción que ofrezca una alternativa más democrática y humana del modelo económico. |
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